Había una vez un par de personas, que se conocieron. Primero fueron amigos, con el tiempo esa amistad fue a más. Más tarde, no sabemos si por arte de magia o por causas del destino, la amistad de convirtió en mariposas en el estómago, en pensamientos de amor a deshoras, de obsesión.

Había una vez un hombre que también tuvo una obsesión, al que se le mueven mariposas en el estómago cada vez que pone en ON la cámara, y que disfrutará como ustedes o vuestras amistades en el día de vuestra boda.

Había una vez tres personas condenadas a encontrarse y a vivir juntos un momento inolvidable al que le sobran las palabras