“Cuando entro en una boda me vuelvo invisible, soy una invitada más, que observa todo lo que ocurre a su alrededor y va plasmando lo más bello y único del momento. Sin posados ni forzados, yo desaparezco entre la gente y busco esos gestos, esas miradas, las sonrisas y la luz... Soy consciente de que a muchas parejas les es importante inmortalizar este día tan emotivo e irrepetible, pero a veces temen a la cámara,  por ese motivo actúo de este modo, cuanto menos me ven los novios, más relajados están y pueden disfrutar de ese día sin preocuparse de nada más. Intento siempre apartarme de lo típico, busco las emociones; mi objetivo es que el resultado sea perfecto, que refleje la forma de ser y sentir de la pareja y ello quede plasmado para la posteridad. El día tan esperado pasará muy rápido y con el tiempo iréis olvidando los detalles que con tanta ilusión y esmero preparasteis, las lágrimas de emoción de vuestros familiares y amigos, las risas, las bromas, el delicioso menú que tanto os costó elegir... El precioso vestido, el brillo que tenía, sus detalles y un sinfín de cosas que solo permanecerán en vuestro recuerdo. Año tras año valoraréis más la pequeña inversión que hicisteis conmigo, porque esos recuerdos quedarán ahí para siempre.
Podéis estar tranquilos, tanto mi equipo de profesionales como yo, nos adaptaremos a vuestros gustos y necesidades, porque aunque nuestra manera de trabajar es “fotoperiodismo”, hacemos cada boda única y especial; por ello recomendamos las sesiones pre-boda, para conocernos mejor y que el día B os olvidéis de los nervios de las fotos. Queremos que cuando veáis vuestras fotos días después de la boda os veáis a vosotros mismos, una realidad, vuestra historia y sólo vuestra.”