Esta joven bodega, con pocas añadas todavía en el mercado, está ubicada en la localidad riojana de Ábalos, municipio riojano de la Sonsierra, una comarca que parte en dos, como una punta de flecha, la denominada Rioja Alavesa. Aquí los viñedos se benefician de la protección de la barrera natural que representa la Sierra Cantabria, un inquebrantable muro para los vientos húmedos y los fríos del norte. Desde la bodega, dotada de la tecnología necesaria para la elaboración de vinos de calidad, se divisa un paisaje de suaves ondulaciones que desciende hasta la orilla del Ebro, con multitud de pequeñas parcelas repartidas en pliegues de lomas y colinas, en las que la cepa se ve obligada a dar lo mejor de sí misma. FIDELIDAD AL ENTORNO Después de un seguimiento prolongado del ciclo de maduración y de fijar un calendario de vendimia para las diferentes parcelas, todas vendimiadas a mano, la uva llega a la bodega y, dependiendo de la temperatura exterior, se enfría en cámaras con el propósito de preservar sus virtudes naturales sin perder calidad. A partir de aquí, pasa a la mesa de selección. Raquel González es la responsable de la enología en Bodegas Óbalo. Una vez obtenidos los primeros vinos de yema, se procede a un minucioso prensado, en prensas verticales, evitando la oxidación de los taninos. La fermentación alcohólica de los mostos se reparte en pequeños depósitos de acero inoxidable y tinos de roble francés. Luego, los mejores vinos de la casa terminarán la fermentación maloláctica en barricas nuevas procedentes de las más prestigiosas tonelerías de Burdeos, Cognac y Borgoña. En estos parajes riojanos, el cultivo de la vid está sometido a una alternancia de climas continental y atlántico. En verano, la notable diferencia térmica que se produce entre el día y la noche favorece el incremento del nivel de polifenoles en las uvas, un elemento asociado a la calidad del resultado final. En cuanto a la composición de arcilla y cal de los suelos, confiere a la Tempranillo un aroma delicado y un gusto suave, además de mitigar el efecto de las lluvias estivales en época de maduración el fruto, lo que permite que los granos conserven un tamaño reducido. Una apuesta segura para elaborar unos vinos de marcado carácter.