Hace ya 4 años que me case y gracias a ello valoro mucho más mi trabajo. Sé lo que es estar ahí, el año entero organizándolo todo, los nervios la semana antes...

Una boda es un día muy especial pero tiene una cosa mala: se termina demasiado pronto! Es cierto todo lo que dicen: a mí el traje ya no me entra, no me acuerdo qué cenamos ni qué música hubo. Pero sí me acuerdo de los buenos momentos con nuestra gente y eso es gracias a las fotos que tengo de ese día.

Al año siguiente empecé a hacer fotos de boda, y junto a mi familia es lo que más feliz me hace.

Dejadme compartir vuestra aventura y haré que nunca os olvidéis de todas las sensaciones que vivisteis aunque ya no os quepa el traje.

Imagina una tarde soleada, estas junto con esa persona especial, en un lugar que para vosotros es único, un lugar donde os sentís cómodos, felices y seguros. Puede ser un parque, una plaza, aquel café en el que os conocisteis y surgió la chispa, o bien una casa en el campo donde habéis pasado tan buenos momentos.

Esos momentos, llenos de sensaciones, de alegrías, risas, miradas, gestos y complicidad, es lo tienen mis reportajes. Tan solo tienes que relajarte junto a la persona amada, dejarte llevar y disfrutar del momento, el resto es cosa mía.

No hay truco, no hay magia que no sea la vuestra, yo solo tengo que “Contar vuestra historia”.

Mis reportajes tienen un aire fresco y natural, son muy personales e íntimos y son un poco distintos a la fotografía tradicional de bodas. Intento hacer una fotografía cercana porque me encanta estar cerca de vosotros, de la acción, pero sin descuidarme de lo que sucede en vuestro entorno.

Para reflejar fielmente como sois, tengo que abandonar el rol del “fotógrafo” para convertirme en una persona cercana a vosotros.

Abrazote