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Los genios nunca mueren

Ayer, las noticias de la tercera boda de la Duquesa de Alba inundaban las redes sociales y los medios de comunicación en general. Hoy, el mundo entero le dice adiós al genio de la tecnología, Steve Jobs, tras fallecer a los 56 años de edad.




Desde Todoboda repasamos algunos episodios profesionales de uno de los más grandes innovadores de este siglo y rescatamos, con gran respeto, ciertas facetas admirables de su vida familiar, como una manera de rendirle homenaje y despedirlo.

Visionario, mago y maestro
, el hombre revolucionó el mundo de la informática, tras fundar Apple y cambió la manera de hacer negocio en Internet y trazó el camino desde Apple II al iPad, con su afán por la innovación.

Hablamos del hombre que transformó la industria, propulsor del renacimiento de Apple, creador de los ordenadores para Mac, de los móviles con el iPhone, de Pixar -el estudio de animación más exitoso del mundo-, así como del reproductor iPod, la tienda electrónica iTunes para la descarga legal de música, y padre del iPad, nació un 24 de febrero en 1955 en San Francisco.



Sus padres biológicos, no estaban casados y fue adoptado por Paul y Clara Jobs. Criado en el seno de una familia de pocos recursos, tuvo que abandonar la universidad, pues sabía que las oportunidades profesionales estaban fuera de la academia. Desde pequeño, estuvo marcado por un destino especial.

Ya a los 12 años, le había escrito a William Hewlett para hacer unas prácticas en su compañía, HP. Desde siempre le encantó la ingeniería, y con sus primeros años de edad tenía claro que sería rico y estaría entre los grandes. El espíritu visionario de Jobs siempre por delante. En el 2004, le diagnosticaron un cáncer de páncreas, y lo hizo público en un discurso de graduación en la Universidad de Stanford, cuyas palabras han sido consideradas como ejemplo de oratoria, a partir de su carga emocional y humildad:

”En ocasiones la vida te golpea con un ladrillo en la cabeza. No perdáis la fe. Estoy convencido que lo único que me permitió seguir fue que yo amaba lo que hacía. Tenéis que encontrar lo que amáis. Y eso es tan válido para el trabajo como para el amor. El trabajo llenará gran parte de vuestras vidas y la única manera de sentirse realmente satisfecho es hacer aquello que creéis que es un gran trabajo. Y la única forma de hacer un gran trabajo es amar lo que se hace. Si todavía no lo habéis encontrado, seguid buscando. No os detengáis. Al igual que con los asuntos del corazón, sabréis cuando lo habéis encontrado. Y al igual que cualquier relación importante, mejora con el paso de los años. Así que seguid buscando. Y no os paréis...

Un hombre familiar y con una boda budista

De carácter reservado y misterioso, autodidacta e inconformista, a Jobs se le conocía como un hombre de familia, que siempre defendió su privacidad a capa y espada. Cuentan que su esposa, Laurene Powell Jobs, era la gran protectora y guardiana de “su castillo”. “Con Laurene tenemos una maravillosa familia”, expresaba Steve. Y sólo ella supo como serenar a este gran soñador, solo ella pudo entrar más allá de “sus fobias y agobios”,… y darle todo el amor, la compañía y el apoyo incondicional. Según los entendidos, le aportaba el toque de sentido común que adolecía Steve.



La universidad de Stanford fue el lugar del memorable encuentro. Steve estaba invitado para dar una conferencia y le llamó la atención aquella estudiante de sonrisa contagiosa que lo escuchaba de una manera concentrada. La oportunidad fue ideal para intercambiar teléfonos, pero él tenía una cena de negocios, por lo que se despidieron al salir de clase con el ambiguo compromiso de quedar en otra próxima ocasión.

Pero, la mente prodigiosa de Jobs siempre fue asertiva: unos minutos más tarde, se lo pensó mejor: “Estaba en el aparcamiento, con la llave del coche en el contacto, y pensé que si esta fuera la última noche de mi vida preferiría mil veces pasarla con esta mujer que en una reunión de negocios. Así que salí del coche, crucé corriendo el aparcamiento y le pregunté si quería cenar conmigo. Dijo que sí, fuimos paseando hasta el centro y hemos estado juntos desde entonces”, recordaba el maestro.

Laurene, de 47 años, es una economista exitosa e independiente de su marido, quien montó una empresa de alimentación enfocada a la agricultura biológica. Filantrópica, serena y talentosa, ayuda a los alumnos sin recursos, a través de la organización Archieva, que les otorga becas, y participa en otras entidades benéficas. Además de ser defensora acérrima de la Ley Dream: un proyecto que tiene como objetivo otorgar la ciudadanía a los estudiantes sin papeles que hayan llegado con sus padres a Estados Unidos, siendo menores de edad. “Son alumnos brillantes. Científicos, escritores, enfermeras y artistas en potencia, y nuestra sociedad no puede permitirse renunciar a su talento”, afirmaba Laurene.

Steve y Laurene llevaban más de 20 años de casados y fruto de su relación nacieron tres hijos de 20, 16 y 14 años. Su familia se convirtió en consuelo y refugio en los momentos más difíciles y complejos de su enfermedad. En Palo Alto (California) donde tenía su residencia familiar, desayunaban juntos y conversaban mientras disfrutaban del atardecer. Hasta el final, su sentido de humor permaneció impecable.

Jobs era budista y vegetariano (en ocasiones llegó a alimentarse sólo de zanahorias), aunque gracias a su esposa logró incluir el pescado dentro de su alimentación. Y de hecho, la historia cuenta que contrajo nupcias con Laurene en uan ceremonia budista, encabezada, además por un monje zen y su gurú personal: Kobun Chino Otogawa, quien hace muchos años había viajado a la India tras la búsqueda de la espiritualidad… “Vuestro tiempo tiene límite… No os dejéis atrapar por dogmas, no viváis con los resultados del pensamiento de otras personas. No permitáis que el ruido de las opiniones ajenas silencie vuestra voz interior. Y más importante todavía, tened el valor de seguir vuestro corazón e intuición, porque de alguna manera ya sabéis lo que realmente queréis llegar a ser. Todo lo demás es secundario”, expresó Jobs.

Hoy, tras su muerte, nos deja sus huellas intactas… Los genios nunca mueren.

Fuentes informativas: El País. Iprofesional.com. Revista Fortune. Rtve.es
Última actualización: el 06/10/2011 a las 13:54

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