Los novios en el altar
Son muchas las tradiciones que siguen vivas en el tiempo y se han convertido en rituales a la hora de celebrar una boda. De esta manera, nos cuenta la historia que es en la época medieval de donde surge la costumbre de la posición de los novios en el altar.
Y desde siglos atrás, la novia se ubica a la izquierda del novio. En esa época el novio tenía otro tipo de comportamiento: acostumbraba a secuestrar o robarse a la novia para casarse con ella, toda vez que no contaba con la autorización de los padres. Con la novia ubicada a su izquierda, tenía libertad y poder de movimiento de coger su espalda y de llevársela en caso de que una persona se interpusiera en la boda. Sin duda, otros tiempos.
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No obstante, la tradición se mantiene latente, en cuanto a mantener la posición en el altar y de esta manera, el protocolo nos dice que el novio es el primero que entra a la iglesia con la madrina, y la toma del brazo a su lado izquierdo. Ambos se mantienen en el altar para esperar el gran momento, que es la llegada de la futura esposa.
Como es costumbre, la entrada de la novia es la más esperada y la que genera más expectativas. Llega al ritmo de la marcha nupcial, o de la canción o melodía musical que haya elegido (las opciones son múltiples), en brazo de su padrino, que se ubica a su izquierda, cogido del brazo siempre. Los nervios aquí están en su máxima expresión.
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Este es el momento crucial, cuando el padre le entrega la novia al futuro esposo. Un momento cargado de nervios y emociones, por lo simbólico que resulta el momento. La novia se ubica a la izquierda y el novio a la derecha, custodiados a ambos lados por la madrina y el padrino.
Una vez finalizada la ceremonia, la novia se coloca a la izquierda del novio, y con los rostros de felicidad hacen su salida triunfal de la iglesia para saludar a invitados.
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Ciertamente el protocolo puede ser flexible, cada vez más las normas parecen ser menos rígidas, y se puede adaptar a las circunstancias personales, familiares y a las preferencias de la pareja.