Una boda vintage a ritmo de jazz

Bodas reales | 25/05/2015

Casi un viaje en el tiempo con un dress code marcado por los años 20

A veces no es necesario tener una máquina del tiempo para trasladarnos a otro momento, basta con que hayamos puesto todas nuestras ilusiones y nuestra ganas y que éstas se contagien al resto de personas con las que lo queramos compartir. Así lo hicieron Lilia y Roberto en el día más especial de sus vidas. Una invitación en forma de maleta ayudó a que los invitados fueran embaucados por la magia de los años 20.

Y es que cuando el cartero te entrega una maleta con unos tirantes de hombre, un collar de perlas, una peonza, dos copas de champán y una postal con el código de vestimenta ya intuyes que esa boda a la que vas a asistir va a ser “diferente”. Lilia y Roberto acertaron de lleno y el espíritu se contagió. “Fue mágico ver como los invitados y los que colaboraron en ese día se integraron totalmente. Todos ayudaron a que la boda fuera mágica”, declaran.

Por supuesto, los invitados solos no ayudaron a que en el ambiente se respirara los felices años 20, para que todo encajara los novios investigaron sobre una época que acabó por enamorarlos aún más de la temática elegida. Cuidaron cada detalle, no sólo los trajes, los complementos y la música.

Maletas antiguas, botellines de refrescos de cristal colocado en un cubo de zinc, marcos antiguos, una bola del mundo y una radio antigua fueron algunos de los elementos de decoración de esta boda tan personalizada. “Buscamos salirnos de lo convencional, buscar un momento en nuestra vida, que realmente fuera creado por nosotros. Con detalles que fueran nuestros y que a nuestros invitados, igualmente, les creara un momento único”, explica Lilia.

Y para marcar aún más la diferencia y romper con los protocolos, el banquete consistió en diferentes tipos de tacos, en los que se usaron sólo las manos, y mucha margarita con una disposición informal de las mesas. Así lo cuentan los novios, “quisimos que todo fuera personalizado, desde las canciones de la ceremonia en sí, hasta el baile y la fiesta posterior.

La comida fue una taquiza mejicana y el baile de los novios fue un Charleston, que aprendimos unos días antes de la boda, y para lo que sería la fiesta, teníamos a nuestra disposición una piscina, donde trasladamos la barra de bebidas y de dulces”.

Con esta descripción y viendo las fotos cualquiera puede realizar un viaje al pasado y disfrutar con la boda vintage de Lilia y Roberto a ritmo de jazz.