¿Preparados para casarnos?
En el momento en que aplicamos la psicología en la pareja recordamos que la relación hay que mirarla con objetividad para que sea feliz, fructífera y duradera. Sentimos que el corazón nos brota de tanto amor y las mariposas no dejan de revolotear cuando vemos a esa persona querida. Pero, construir una relación del día a día, tras la boda, requiere de ir más allá, de conocer y respetar a esa persona, y de preguntarnos lo que necesitamos para consolidar una vida juntos.
La decisión de contraer matrimonio no debe ser tomada de forma impulsiva, a partir exclusivamente del amor –a veces ciego– que sentimos. Por eso antes de expresar el “sí quiero” es importante preguntarnos a nosotros mismos lo que queremos con la nueva vida, de reflexionar a solas y de conversar mucho con la pareja. El entusiasmo y el furor que producen celebrar una boda, no debe cegarnos ante temas que son básicos. Mirar juntos en la misma dirección es una de las premisas fundamentales... Conocerte primero a ti misma, ta,mbién es vital.
Y como hoy estamos con un ánimo más reflexivo que nunca, exploramos la perspectiva psicológica y nos hacemos cinco preguntas claves que pueden ayudar a estar segura de la decisión que tomamos o pueden modificar nuestra relación de pareja:
¿Compartes intereses en comunes?
Si tu chico es amante del fútbol, no significa que tienes que ir o ver todos los partidos con él. Pero debes estar consciente que en muchas oportunidades es importante hacer el sacrificio –e intentar estar a gusto- de compartir sus hobbies y viceversa. Pregúntate a tí misma, cuáles son los intereses y visiones en comunes e intenta potenciarlos: ir al cine, compartir con amigos, esquiar, profesar la misma religión, ayudar a los demás, pasar tiempo en solitario, compartir los domingos familiares, ir a la montaña... Además, reflexiona sobre las cosas que estas dispuesta a ceder y las que no cuando estés compartiendo vida matrimonial.
¿Cuáles son las expectativas que tienes con respecto al hogar que quieres formar?
Construir un hogar requiere de esfuerzos, de cultivar una semilla diaria y procesos de negociación constante. Cuando nos casamos nos involucramos en una dinámica en la que los dos deben estar de acuerdo y tener expectativas de presente y futuro similares. ¿Estás dispuesta y preparada para compartir gastos? ¿Cómo se hará la distribución de las labores domésticas?… Lo ideal es que todo sea equitativo y justo, pues se trata de estar consciente de adquirir una nueva vida y obligaciones. De lo contrario puede ser un caldo de cultivo para que se generen resentimientos, complejos y culpas, que pueden deteriorar o acabar la relación.
¿Tenemos una comunicación fluida?
No es un cliché decir que la comunicación es la base de toda relación. Expresar sin miedo y de manera fluida las emociones, los sentimientos, lo que no nos gusta, nuestra opinión desde el corazón y nuestra visión ante la vida y sus circunstancias, es clave para que un matrimonio funcione. Los silencios hay que saberlos administrar y entenderlos, así como el estar consciente de que la mente femenina funciona distinta a la masculina. Sabes escuchar no es una obligación, es una necesidad. Y el tener confianza absoluta a la hora de abrirnos en la intimidad, en el yo interno, así como desvelar y afrontar problemas es vital.
¿Estás dispuesta a formar una familia?
Cuando uno de los dos no está de acuerdo en tener hijos, el matrimonio puede fracasar, verse en problemas o generar vacíos afectivos o emocionales, en uno u otro, por lo tanto este tema es crucial considerarlo antes de decidir pasar por el altar. Para nadie es un secreto la responsabilidad de traer al mundo un hijo y hacer familia... Sin duda, la educación de un hijo es vital, y está claro que aunque la madre tiene un rol determinante, la responsabilidad será compartida. ¿Lo has pensado?
¿Tienes una sexualidad sana y plena?
Cualquier tabú con respecto a la sexualidad debe desaparecer. Evalúa previamente cuanta confianza hay en el aspecto sexual, especialmente sobre aquello que te gusta o lo que te gustaría hacer, y aún no te atreves. Las fantansías y los fetiches no se deben hacer a un lado. Se trata de temas muy importantes para tener una experiencia sana y plena en este sentido. Desecha todos los miedos en la cama, potencia la confianza mutua y convierte el uno al otro en los mejores amantes. Que los años no apaguen la pasión y la llama.