¿El amor es una promesa para toda la vida?
Nos encanta hablar de las ilusiones de las novias en la organización de bodas, nuestra mayor motivación, así como la vida de pareja y de las historias de amor. Sin embargo, no estamos alejado del ritmo frenético y cambiante en la que cada vez más se ve inmersa la realidad de las relaciones de pareja.
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Ahora se convive por mucho más tiempo junto, antes de celebrar una boda, por ejemplo… Ya no es raro ver a una novia con un vestido de novia embarazada en el altar, e incluso, ser testigo activo de cómo las tecnologías nos han mimetizado y forman parte de la cotidianidad. La frecuencia de una llamada ha desminuído por un mensaje a través del WhatsApp. Y más, las mujeres ya están más incorporadas a la vida laboral, en comparación con otros tiempos, y la independencia femenina parece ser otra de las premisas.
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También es verdad que en épocas pasadas, una persona que se sentía infeliz con su matrimonio, no tenía la libertad que hay ahora para separarse si la relación no funcionaba como esperaba. No en vano, en la actualidad los divorcios o separaciones han aumentado, bien sea en las vacaciones de verano -que sugiere más tiempo en pareja y en familia- o cuando alguno de los integrantes expresa esa frase mítica y fatídica: “se nos ha acabado el amor”.
Ciertamente vivimos una sociedad donde los valores han cambiado, y donde prima en muchos casos, la costumbre, la comodidad, el egoísmo y el confort por encima de todo. Como seres humanos de naturaleza compleja, el reto es desarrollar las capacidades para negociar, compartir intereses y armonizar los espacios de vida en común, cuando encontramos a esa persona con quien nos visualizamos para toda la vida. Y precisamente queremos enfocarnos en estas habilidades para lograr que esa felicidad del día de la boda se prolongue de manera sustentable en el tiempo.
Y más allá de la psicología de pareja, somos optimistas; confiamos y apostamos por los sentimientos con esa media naranja que hemos encontrado… Por esa relación que se fortalece con el paso del tiempo, a partir del respeto muto, el trabajo diario, dosis mesurada de sacrificio, la tolerancia, el cariño, la comunicación abierta, y la paciencia, entre muchos otros valores y actitudes. Más allá de centralizar el foco en afirmar que el amor pueda durar eternamente.
La entrega del amor sin resentimientos ni complejos, con la capacidad de reconocer los errores mutuos, sin buscar los culpables cuando ocurren las peleas, por ejemplo, y con la conciencia de que el sentimiento mutuo efectivamente se puede consolidar con los años o acabar. Para ello es importante esforzamos a diario y poner el granito de arena en el hoy y el ahora. Las crisis se pueden superar, y en ocasiones, hacen más fuerte el amor. No obstante, siempre existirán las personas escépticas que afirmen que la llama del amor no es para siempre.
La invitación es mirar hacia adentro y pensar un poco que si tanto nos molesta que él sea un desordenado en casa, o ella es una maniática de la limpieza, ¿qué gestos hemos promovido para que ambos puedan hacer de esos hábitos una realidad más llevadera y menos incómoda para el uno o el otro? ¿Realmente hemos perdonado, esos errores que pueden comernos la cabeza e impedir estar tranquilos? Cuando la pasión de los años venga a menos, la capacidad de sorprender el uno al otro no puede jamás mermar. Recuerda siempre la energía y la magia de esos días pre y post boda. Son esos gestos del hoy, del ahora, los que pueden cultivar esa semilla entre dos.
¿Crees que el amor es para toda la vida? ¿Es una leyenda o una realidad?