Pocas ciudades son más románticas y sugerentes para los enamorados que Venecia. Sin duda, al llegar a Venecia nos sentimos atrapados por el ‘tempo’ lento que impone la ciudadal ritmo de nuestros pasos o mientras nos desplazamos en los vaporettos, esas lanchas grandes que hacen las veces de autobuses de agua.
Ya sea como escapada romántica o como luna de miel, hoy os traemos dos propuestas, dos recorridos para un único destino. Elegid el vuestro y comenzad a adentraros en una ciudad que os enamorará paso a paso.
1. Dentro el laberinto: estrecheces y armonía
La Piazzetta con sus dos altas columnas es el lugar perfecto para adentrarse en el laberinto de Venecia. En primer plano, se ve una hilera de góndolas alineadas; en su permanente bamboleo vive la ciudad que además de ser un mito y un sueño, es también una realidad palpable como la piedra de Istria que reviste muchas de sus iglesias y palacios. Allí el palacio Ducal, un poco más allá la basílica de San Marcos con sus mosaicos, sus mármoles, sus colores y la apertura a la que dicen sea el más hermoso salón de Europa: la plaza San Marcos. Caminar de manos tomadas por la plaza y sus porticos es una experiencia inolvidable.
Desde la plaza San Marcos, corazón de la ciudad, Venecia invita a ser descubierta. Caminar entre calles estrechísimas y laberínticas entre las que es fácil perderse, esconderse y encontrar a la persona amada. Descubrir Venecia caminando con el ritmo del agua cubriendo los escalones de los palacios: detenerse en algún ‘campo’ (así se llaman las plazas en Venecia. Plaza sólo hay una: plaza San Marco), sentarse ante alguna vista que nos atrape, enamorarse junto a la persona amada viendo la luz veneciana acariando los mármoles de la ciudad. Ciudad sensual, ciudad que se mira y nos ofrece el espejo del agua para que nos veamos en sus reflejos.
Si bien durante la noche, la penumbra y lo angosto de las calles ha acompañado y continua acompañando a los enamorados en su sentimiento amoroso, durante el día este recorrido permitirá descubrir un laberinto de calles donde tomarse un café, comerse un ciccheto (tapa) al tiempo que nos acercamos a Carpaccio y la historia del dragón y la princesa, a la iglesia y las calles caminadas por Vivaldi, a los claustros y la armonia de la iglesia y los viñedos de San Francesco.
Seducción y mirada
Venecia nos seduce, nos atrapa y la miramos con ojos enamorados. Venecia, como pocas, conoce los juegos de la seducción, de las máscaras y de las miradas. Y es plaza San Marcos el lugar donde comenzaremos nuestra relación amorosa con la más romántica de las ciudades. Es una experiencia inolvidable caminar en la plaza, recorrer sus portigos y con la mirada repasar sus colores, sus figuras, las formas de las piedras, de los siglos de la historia y de los estilos arquitectónicos que la han hecho posible.
Caminar acercándonos al agua y viendo ante nosotros la isla de San Giorgio con su iglesia blanca y el campanario en dirección al cielo. En el corazón de Venecia caminamos con el corazón en una mano y con la persona amada de la otra.
En Venecia se camina con el embelesamiento de los enamorados; Venecia nos enamora y embelesa. Es así la primera vez, pero también la tercera y la quinta. Se camina entre muros, rodeando iglesias que nos seducen como un prodigio y escrutando los reflejos de la ciudad en el agua. Con la mirada guiando los pasos, se propone recorrer dos de los más grandes ‘campos’ de la ciudad, la iglesia que es joya y milagro veneciano, para posteriormente adentrarse con paso quedo entre las calles donde el silencio y el agua con sus reflejos son protagonistas ineludibles.
El recorrido termina ante dos de los más grandes cuadros de Tintoretto. Como hermoso cierre de este recorrido, se sugiere celebrar la experiencia de esta caminata con una copa de vino y algunos cichetti (tapas) en alguna de las osterias que están a lo largo de las fondamente que bordean el agua.
Texto y fotos: Marina Gasparini Lagrange. Guía Turístico de Venecia. Más información: marinagaspara@gmail.com